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Nuestra casa común

El ser humano se sitúa sobre las cosas, en lugar de sentirse al lado y con ellas en una inmensa comunidad planetaria y cósmica. Leonardo Boff

 

Hay muchas maneras inéditas de desarrollo y de conservación, muchas formas de disponer y de gestionar nuestro espacio vital, mil razones para vivir más y mejor, todos juntos, como una gran familia, en la misma Aldea Común, bella y generosa, el planeta Tierra. (Leonardo Boff)

Hoy por hoy el delirio humano del crecimiento ilimitado en un mundo limitado, es la sinrazón más evidente de que al ser humano le falta valentía para enfrentarse con la Realidad, con la Vida, con el destino inmenso, escalofriante y desconocido que transciende nuestros límites.

Todo está relacionado

Si no cuidamos el planeta como un todo podemos poner en grave riesgo de destrucción partes de la biosfera y, al límite, inviabilizar la propia vida del planeta. (Leonardo Boff)
Necesitamos un desarrollo responsable, un desarrollo que no hipoteque nuestro futuro.
El consumo ilimitado es una huída al miedo de la existencia solidaria y profunda.

Necesitamos corregir los excesos de la voracidad del proyecto industrial mundial, que siempre implica altos costes ecológicos, además de deshumanizarnos como seres humanos.
Hoy gritan las aguas, los bosques, los animales, es toda la Tierra la que grita. Dentro de la opción por los pobres y contra la pobreza debe ser incluida la Tierra y todos los ecosistemas. La Tierra es el gran pobre que debe ser liberado junto a sus hijos e hijas condenados. (Leonardo Boff)
Los pueblos empobrecidos son pueblos donde la Tierra es maltratada. (Joaquín Suárez)

Pasar de la sociedad del bienestar que expolia los recursos naturales, a la sociedad que conserva y promueve el bienestar global. (Joaquín Suárez)
El bienestar no podrá ser solamente social, tendrá que ser sociocósmico. Deberá atender a los demás seres de la naturaleza, pues todos juntos constituyen la comunidad planetaria en la que nos incluimos y sin ellos nosotros no podríamos vivir. (Leonardo Boff)

Antes que sea demasiado tarde,
Es necesario reciclar, reutilizar, economizar energía, reducir el consumo…
Los recursos se está agotando…

El desarrollo ha de ser sostenible. Ha de atender las necesidades de las generaciones presentes sin hipotecar las futuras, cuyo derecho a heredar una Tierra habitable es inalienable.
El desarrollo ha de priorizar la educación y la sanidad universal. El crecimiento personal y espiritual de los seres humanos.

Es una necedad a la par que una barbarie, el apoyo y la consumación de un desarrollo que se olvida del ser humano y mantiene en pobreza extrema a un tercio de las personas nacidas en esta Tierra, a causa de la voracidad asesina y suicida de un ser humano envilecido y egoista.
Gran parte de la especie humana malvive careciendo de lo más necesario. (Joaquín Suárez)

Con este Mensaje, renuevo el diálogo con «toda persona que vive en este planeta» respecto a los sufrimientos que afligen a los pobres y la devastación del medio ambiente. Dios nos hizo el don de un jardín exuberante, pero lo estamos convirtiendo en una superficie contaminada de «escombros, desiertos y suciedad» (Laudato si’, 161). No podemos rendirnos o ser indiferentes a la pérdida de la biodiversidad y a la destrucción de los ecosistemas, a menudo provocados por nuestros comportamientos irresponsables y egoístas. «Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho» (Papa Francisco).

“El 13 de agosto de este año fue el Día de la Sobrecarga de la Tierra (The Overshoot Day), día en que se constató la superación de la biocapacidad de la Tierra para atender las demandas humanas. Necesitamos 1,6 planetas para satisfacerlas. En otras palabras, esto demuestra que nuestro estilo de vida es insostenible. En ese cálculo no están incluidas las demandas de toda la comunidad de vida. Esto vuelve más urgente nuestra responsabilidad por el futuro de la Tierra, el de nuestros compañeros de recorrido terrenal y de nuestro proyecto planetario.

¿Cómo cuidar de la Tierra? En primer lugar hay que considerar a la Tierra como un Todo vivo, sistémico, en el cual todas las partes son interdependientes y están inter-relacionadas. La Tierra-Gaia fundamentalmente está constituida por el conjunto de sus ecosistemas, con la inmensa biodiversidad que existe en ellos, y con todos los seres animados e inertes que coexisten y se interrelacionan siempre, como no se cansa de afirmar el texto papal, muy en la línea del nuevo paradigma ecológico.

Cuidar de la Tierra como un todo orgánico es mantener las condiciones prexistentes desde hace millones y millones de años que propician la continuidad de la Tierra, un super-ente vivo, Gaia. Cuidar de cada ecosistema es comprender las singularidades de cada uno, su resiliencia, su capacidad de reproducción y mantener las relaciones de colaboración y de mutualidad con todos los demás, ya que todo está relacionado y es incluyente. Comprender el ecosistema es darse cuenta de los desequilibrios que pueden ocurrir por interferencias irresponsables de nuestra cultura, voraz de bienes y servicios.

Cuidar de la Tierra es principalmente cuidar de su integridad y vitalidad. Es no permitir que biomas enteros o toda una vasta región sea deforestada y así se degrade, alterando el régimen de lluvias. Es importante asegurar la integridad de toda su biocapacidad. Esto vale no solo para los seres orgánicos vivos y visibles, sino principalmente para los microorganismos. En realidad son ellos los ignotos trabajadores que sustentan la vida del Planeta. Nos dice el eminente biólogo Edward Wilson que «en un solo gramo de tierra, o sea, menos de un puñado, viven cerca de 10 mil millones de bacterias, pertenecientes hasta a 6 mil especies diferentes» (La creación, 2008, p. 26). Por ahí se demuestra, empíricamente, que la Tierra está viva y es realmente Gaia, un superorganismo viviente y nosotros, la porción consciente e inteligente de ella.

Cuidar de la Tierra es cuidar de los “commons”, es decir, de los bienes y servicios comunes que ella gratuitamente ofrece a todos los seres vivos como agua, nutrientes, aire, semillas, fibras, climas etc. Estos bienes comunes, precisamente por ser comunes, no pueden ser privatizados y entrar como mercancías en el sistema de negocios, como está ocurriendo velozmente en todas partes. La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, inventario pedido por la ONU hace unos años, en la cual participaron 1.360 especialistas de 95 países, revisados por otros 800 científicos, arrojaron resultados aterradores. De los 24 servicios ambientales esenciales para la vida, como agua, aire limpio, climas regulados, semillas, alimentos, energía, suelos, nutrientes y otros, 15 estaban altamente degradados. Esto muestra claramente que las bases que sustentan la vida están amenazadas.

De año en año, todos los índices van empeorando. No sabemos cuando va a parar ese proceso destructivo o si se transformará en una catástrofe. Si hubiera una inflexión decisiva como el temido “calentamiento abrupto”, que haría que el clima subiese de 4 a 6 grados centígrados, como advirtió la comunidad científica norteamericana, conoceríamos destrucciones apocalípticas que afectarían a millones de personas. Confiamos en que todavía vamos a despertar. Sobre todo creemos que “Dios es el Señor soberano amante de la vida” (Sb 11,26) y no dejará que suceda semejante armagedón.

Cuidar de la Tierra es cuidar de su belleza, de sus paisajes, del esplendor de sus selvas, del encanto de sus flores, la diversidad exuberante de seres vivos de la fauna y de la flora.

Cuidar de la Tierra es cuidar de su mejor producción que somos nosotros, los seres humanos, hombres y mujeres especialmente los más vulnerables. Cuidar de la Tierra es cuidar de aquello que ella a través de nuestro genio ha producido en culturas tan diversas, en lenguas tan numerosas, en arte, en ciencia, en religión, en bienes culturales especialmente en espiritualidad y religiosidad, por las cuales nos damos cuenta de la presencia de la Suprema Realidad que subyace a todos los seres y nos lleva en la palma de su mano.

Cuidar de la Tierra es cuidar de los sueños que ella suscita en nosotros, de cuyo material nacen los santos, los sabios, los artistas, las personas que se orientan por la luz y todo lo que de sagrado y amoroso ha surgido en la historia.

Cuidar de la Tierra es, finalmente, cuidar de lo Sagrado que arde en nosotros y que nos convence de que es mejor abrazar al otro que rechazarlo y que la vida vale más que todas las riquezas de este mundo. Entonces ella será realmente la Casa Común del Ser.”  (Leonardo Boff)

No has leído todavía el manifiesto “La carta de la Tierra”?

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Necesita personas comprometidas como tú.

La carta de la Tierra es una de las referencias esenciales en nuestros estatutos junto a la Declaración Universal de los Derechos humanos.

https://es.wikipedia.org/wiki/Carta_de_la_Tierra

www.uaq.mx/servicios/vinculaciontecnologica/AgendaMas/doc/cartadelatierraTG.pdf

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